ESCUELA BÍBLICA, DOMINCAL
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Salmos 127:1 (RV60)
Décimo Tercera lección
¿Está siendo tentado por una tercera persona que amenaza su matrimonio?
Versículo para memorizar: "Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio, pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo 5:27, 28)
Enseñanza Bíblica
Curiosamente el mayor número de comunicaciones que llegan al sistema central del Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de la Palabra", consultan sobre la creciente amenaza en que se encuentran sumidos sus matrimonios ante la intromisión de una tercera persona.
El peligro tanto de quien comete adulterio, como de quien se ve afectado por el comportamiento adúltero de su pareja, radica en que además de las heridas que provoca, pone en amenaza la relación y desgraciadamente, en alto porcentaje, terminan en separación.
Nuestro amado Dios fue claro al advertir: "No cometerás adulterio" (Éxodo 20:14. Cf. Deuteronomio 5:18; Mateo 5:27; Santiago 2:11)
Pero nuestro amado Señor Jesús fue más explicito. Dejó sentado que el acariciar siquiera la posibilidad de tener relaciones –cualesquiera que sean—con alguien distinto a la pareja, incurre en adulterio. El amado Maestro dijo: "Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio, pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón." (Mateo 5:27, 28)
Por este motivo, incurrir en una relación de adulterio implica no solamente pecar delante del Señor sino también, causarle daño a nuestra familia y a nosotros mismos.
1.- Dios no avala la separación.
El plan de Dios para el matrimonio es que no haya separación. Él no lo concibe así. A través de su Hijo amado, Jesús, dijo: "... Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre." (Mateo 19:5, 6)
La separación viene acompañada de consecuencias nefastas para los hijos. Ellos son los que soportan la mayor carga. Cuando se produce la disolución del hogar, se ven afectados por la ausencia del padre o la madre y por supuesto tiene sus consecuencias a nivel sicológico.
Un estudio realizado en países latinoamericanos reveló, por ejemplo, que el 75% de madres con hijos menores de 14 años, separadas, debió buscar un nuevo empleo; solamente el 83% reciben ayuda del marido, dinero que a duras penas les ayuda a sobrevivir; el 90% de los niños, hijos de madres en estas circunstancias, enfrentan afectación sicológica y lo más probable es que repitan la separación en su vida futura como adultos.
Los padres que han pensado en la separación deben anteponer la felicidad de sus hijos a sus propios intereses. Es fundamental que lo hagan.
Tenga en cuanta que los hijos de padres divorciados deben asumir un nuevo esquema de vida, y en su condición de menores de edad, no están preparados para afrontarlo. En muchos casos se les dificulta ser felices.
2.- Evalúe toda decisión, sobre todo la del divorcio.
Los componentes de la pareja deben evaluar cuidadosamente toda decisión, especialmente aquella que esté relacionada con una eventual separación.
Generalmente se acude a esta opción errada porque:
- Se desconocen los planes de Dios para la el matrimonio, que está orientado a la unidad no a la separación.
- Se desconoce el hecho de que la mirada del Señor está puesta en un matrimonio estable, no inestable porque todos sus componentes sufren las consecuencias.
- Se desconoce la gravedad de incurrir en el pecado del adulterio y las consecuencias que conlleva.
¿Recuerda la historia del rey David cuando pecó al caer con Betsabé? No fue ella sino él quien se dejó arrastrar por las pasiones del corazón. Tal comportamiento fue desagradable delante de Dios, como lo leemos en las Escrituras (2 Samuel 1.27).
Tome nota que el adulterar quebranta las leyes de Dios y recuérdelo siempre: las leyes morales de Dios no se modifican por el paso del tiempo ni tampoco se ven afectadas por la cultura en la que se apliquen. Los preceptos de nuestro amado Creador son eternos (Mateo 19:5, 6)
Lecturas Devocionales.
Lunes: Isaías 29:1-16.
Martes: Isaías 32:9-20.
Miércoles: Isaías 40:12-31.
Jueves: Jeremías 1:1-19.
Viernes: Salmo 76:1-12.
Sábado: Jeremías 8:1-17.
Domingo: Jeremías 10.1-16.
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