ESCUELA BÍBLICA, DOMINCAL
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN
Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. S. Juan 5:39 (RV60)
Novena lección
Enojarse es normal, pero sepa hacerlo.
Versículo para memorizar: "El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla" (Proverbios 15:18).
Enseñanza Bíblica
Uno de los problemas más recurrentes al interior de la vida familia, lo constituye el enojo mal direccionado por parte de uno de los componentes.
¿Le ha ocurrido? Recuerde por un instante los enormes problemas que ha desatado una reacción airada, problemas que incluyen heridas emocionales a su esposa o esposo e hijos. Son heridas que no sanan fácilmente, aunque siempre es posible con la intervención de Jesucristo, por supuesto. Además recuerde que las palabras encierran una fuerza enorme porque sirven para construir pero también para destruir.
El enojo es una manifestación de las emociones que tarde o temprano aflora, por muy atemperada que sea la persona. Pero el enojo puede ser saludable si sabemos encausarlo. Es una fuerza interior que puede ser conducida a edificar antes que a perjudicar.
Hay unos elementos que son esenciales en el proceso de aprender a canalizar los hechos enojosos que otrora se convirtieron en motivo de preocupación porque usted tal vez no actuó apropiadamente.
1.- Reconozca que se enoja.
Un dicho muy popular en Latinoamérica es "No hay peor ciego que aquél que no quiere ver". Alude esencialmente a quienes se niegan a admitir la verdad. Tal vez ese sea su problema: Muy en lo íntimo de su ser sabe que tiene problemas con el enojo mal canalizado, pero no quiere reconocerlo.
Evalúe su vida. Hágalo honestamente. Y reconozca que eventualmente o quizá con demasiada frecuencia, se aira y con sus reacciones, genera problemas para su familia.
Tenga presente que en usted mismo este comportamiento produce consecuencias nefastas. Delante se torna todo nublado y no sabe cómo actúa sino después que ha ofendido a quienes integran su conjunto familiar. Evalúese, ¿cuáles son los motivos de enojo más recurrentes? Una vez pasó su reacción, ¿comprobó que se salió de casillas por un asunto trivial al que dio demasiada importancia?
2.-Asuma las responsabilidades por su enojo.
Cuando nos dejamos arrastrar por el enojo, es imperativo que asumamos las consecuencias de nuestro comportamiento. No podemos desconocer que ofendemos y cerramos puertas por no medir las consecuencias tanto de lo que pensamos como de lo que hacemos.
Un comportamiento frecuente de quienes se enojan y no quieren admitirlo, es echarle la culpa a los demás y atribuirles que hayan sido generadores de problemas. Y ante esta situación, las consecuencias son más nefastas. Es evidente que se acaban de ahondar las heridas.
Sea honesto. Hágalo hoy por primera vez. Reconozca que ha fallado y que tiene delante una enorme responsabilidad: contribuir a subsanar las heridas que ha causado con sus actitudes, que son abiertamente antisociales y que están asociadas al orgullo y el deseo de imponer nuestro criterio por encima del de los demás.
3.- Evalúe cuál es el origen real del enojo.
A la auto evaluación acerca de nuestro comportamiento y el grado de influencia que tiene el enojo en nuestras reacciones, hay que sumar otro ingrediente: examinar cuáles son los factores desencadenantes de esta actitud que afecta nuestra vida pero también a los componentes de nuestra familia.
En su vida hay forma de aplicar cambios. Pero como insistimos siempre que nos enfrentamos a una situación así: no será en sus fuerzas sino en las de Dios. Con ayuda del Espíritu Santo.
No olvide que, quien decide qué hacer, es usted. Nadie más. Usted es quien determina qué hacer. Sentirse exteriormente estimulado y reaccionar con enojo provocando mal a las personas, o tomarse unos segundos para evaluar cabalmente la situación. Usted decide.
El enojo se manifiesta cuando nos sentimos heridos, frustrados o con temor. Son características muy comunes a las personas, que llevan a una reacción. ¿La razón? La persona se siente vulnerable ante la crítica o comentarios externos, bien sea de la esposa o de los hijos. Esto hablando de la familia.
Lo fundamental es que identifiquemos cuáles son las situaciones que nos motivan a demostrar enojo. Esa será una gran ayuda porque le permitirá aplicar correctivos.
4.- Decídase a cambiar.
No importa cuántas veces nuestras reacciones de enojo hayan causado problemas. Con el poder del Señor Jesucristo fluyendo en nosotros, podemos cambiar. Es una posibilidad que se abre delante nuestro gracias a la ilimitada misericordia de nuestro Dios.
Una de las sugerencias que hacemos es, antes de reaccionar ante algún estímulo que considera atentatorio contra usted, es darse un tiempo. No diga nada antes que pueda medir el alcance de cada palabra. Pregúntese, ¿realmente ésta situación amerita que me enoje hasta el extremo de salirme de casillas?¿Cómo podría ser una reacción más apropiada?
Tome nota de lo que enseña la Biblia: "El hombre irancundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla"(Proverbios 15:18) Es una enseñanza maravillosa que se orienta en dos direcciones: la primera, que llenarse de enojo sin control siempre acarreará problemas, y la segunda, que Dios espera de nosotros, sus hijos, que seamos tardos para airarnos, es decir que tomemos control de las situaciones y no permitamos que las situaciones nos controlen.
Cuando desestimamos lo que nos enseña la Palabra, incurrimos en errores enormes, muchas veces con consecuencias irreversibles. ¿La razón? Es bíblico el principio que nos llama a sosegarnos, sin importar cuáles sean los factores externos que nos afecten y que en otras condiciones nos llevarían a una explosión de ira. De acuerdo con las Escrituras, es necesario guardar control, no exaltarnos. El rey Salomón escribió al respecto: "El necio da rienda suelta a toda su ira, mas el sabio al fin la sosiega" (Proverbios 29:11)
5.- Puede enojarse, pero sepa cómo hacerlo.
Probablemente usted se preguntará: ¿Es válido enojarnos? Sin duda que sí. Temprano o tarde se presentará este sentimiento. Pero de acuerdo con lo que estamos aprendiendo hoy, es imperativo que aprendamos a enojarnos, es decir, bajo control pleno de nuestras emociones.
Si algo motiva nuestro enojo, y tal como lo explicara el apóstol Pablo a los creyentes de Ëfeso, nuestra reacción debe estar gobernada por el amor, no por nuestra propia carnalidad--. Efesios 4:15. Piense por un instante cuál será el impacto que generará su reacción en la otra persona, bien sea su cónyuge o sus hijos.
Por favor, no se de por vencido. Es una tarea ardua, sin duda, pero podrá vencer. Recuerde que a tener victoria fuimos llamados, con la ayuda del Señor Jesús. Nada podrá impedir que seamos vencedores. No hay circunstancia que esté por encima del dominio divino--.Ver Romanos 8:37.
La tarea para esta semana es poner en práctica estos principios que sin duda ayudarán a mejorar su testimonio cristiano.
Lecturas Devocionales.
Lunes: 1 Samuel 6:1-21.
Martes: 2 Samuel 24:1-25.
Miércoles: 1 Reyes 11:1-13.
Jueves: 1 Reyes 19:1-18.
Viernes: 2 Reyes 17:1-23.
Sábado: Esdras 9:1-15.
Domingo: Salmo 2:1-12.
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