ESCUELA BÍBLICA, DOMINCAL
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Salmos 127:1 (RV60)
Vigésima primera lección
El valor de las "pequeñas cosas"
Versículos para memorizar: "La mujer virtuosa es como corona de su marido; mas la mala como carcoma en sus huesos" (Proverbios 13:10) "Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (Efesios 3:19)
Enseñanza Bíblica
En cierta ocasión y mientras buscaba un regalo para mi esposa, pregunté en un centro comercial por una joya. Lo que me llamó la atención es que, justo la más pequeña de la que me enamoré, resultó ser la más costosa.
Ese incidente me ha llevado a reflexionar siempre que “las pequeñas cosas” son muy importantes y relevantes, a pesar de que en el matrimonio consideramos que son poco trascendentes. Una de ellas es la comunicación, otra el afecto y tal vez la consulta para la toma de decisiones.
1.- Queremos que nos atiendan.
La falta de atención de un cónyuge para con el otro es una de las quejas más frecuentes. Esposos expresan desconsolados que cuando llegan a casa desearían una esposa que les escuche lo difícil que fue la jornada al tiempo que ellas manifiestan inconformidad porque ellos no le dan importancia a cómo resultó la cotidianidad del trabajo o tal vez del hogar.
Este hecho que sin duda usted habrá experimentado en la cotidianidad, debe llevarle a concluir algo vital y es que todos queremos que nos atiendan. La esposa quiere que sus inquietudes no solo sean tenidas en cuenta sino que se consideren valiosas, al tiempo que el hombre desea que lo oigan.
Recuerdo un servicio que prosperó en España. Consistía en personas que ofrecían sus servicios para oír. Y resultaba curioso que decenas de personas pagaban diariamente por que les oyeran, por horas enteras. ¡Tenían mucho que desahogarse!
2.- Somos valiosos.
La importancia de cada cónyuge en el hogar está relacionada con lo que es, no con lo que hace. Lamentablemente hay quienes no comprenden ese hecho y le dan valor a su esposo por lo que aporta al hogar y ellos, a su esposa por los oficios que desempeña en casa. De tal manera que el hombre se circunscribe a proveer dinero, y la mujer a ser únicamente la aseadora, la cocinera, la lavandera y la cuidadora de los hijos. Por supuesto, en la perspectiva de Dios, esto no debe ser así.
3.- Anhelamos que nos traten con sensibilidad.
Todos los seres humanos debemos ser amados. Tratar al otro con aspereza, no solo devuelve la situación en contra nuestra sino que además, lleva a un progresivo deterioro de las relaciones familiares. Por esa razón es fundamental que se hable con cuidado, midiendo el alcance de cada palabra—que puede herir o edificar—y reconociendo oportunamente si fallamos al decir las cosas.
En tales circunstancias hay una recomendación que no debemos pasar por alto: sembrar amor. El apóstol Pablo escribió: “No os engañéis, Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre siembra eso también segará” (Gálatas 6:7)
Quien siembra ternura, comprensión y amor está sentando las bases para recibir retribución. Tendrá más probabilidades que quien no lo hace. El esfuerzo que hagamos hasta que ese amor se convierta en parte de nuestra inclinación natural, se notará y será compensado. Puede que no inmediatamente; quizá con el tiempo. Pero lo que sí es un hecho es que la relación matrimonial será enriquecida.
4.- Necesitamos admiración.
¿Qué esposo puede reaccionar agresivamente ante un halago de la esposa? y, ¿qué mujer se siente mal porque su marido le dice algo bonito? Sin duda una voz de estímulo anima bastante. Las palabras que nos sorprenden gratamente nos alientan para responder con cortesía, con consideración. Por esta razón uno de nuestros compromisos debe ser el de cambiar aplicando en lo que decimos a nuestra pareja, todo el sentimiento. Hacerle sentir que se trata de alguien único.
Otro elemento que debemos considerar es el valor que tiene el aprecio cuando lo recibimos. Que la pareja sienta que le valoramos, que es importante para nosotros.
5.- Necesitamos comprensión y aceptación.
No somos perfectos. Es algo que tenemos claro. También que nadie cambia a nadie. Solo Dios. Por esa razón el que nos comprendan, acepten y ayuden en el proceso de cambio resulta muy importante en la relación de pareja. Jamás podemos olvidar que cambiar es un proceso y si permitimos que Jesucristo reine en nuestra familia, Él nos ayudará a transitar por ese camino.
6.- El valor que tienen los consejos en la pareja.
No hay nada que desaliente más que nuestro cónyuge desestime el consejo que le brindamos. No podemos desecharlo de inmediato. Es importante que midamos el alcance de la orientación que nos brindan. Si encontramos que no es apropiado, hacérselo conocer con consideración; si por el contrario hallamos que es valioso, hacérselo saber.
Lecturas Devocionales.
Lunes: Mateo 9:1-8.
Martes: Lucas 15:11-31.
Miércoles: Juan 5:19-29.
Jueves: Juan 6:25-59.
Viernes: Juan 8:31-47.
Sábado: Juan 14:1-14.
Domingo: Hechos 3:11-26.
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20 ¡Contribuya al cambio! (Parte 2)
21 El valor de las "pequeñas cosas"
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