ESCUELA BÍBLICA, DOMINCAL
DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN
Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia. Salmos 127:1 (RV60)
Décima lección
Luchando por un mismo ideal.
Versículo para memorizar: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2.24).
Enseñanza Bíblica
Cuando nos unimos en matrimonio, los dos pensamos –cada quien a su manera, y por supuesto de manera errada—que realizaremos nuestros sueños. ¡Tremendo error! Al unirnos como pareja, dejamos de luchar por mis sueños y los sueños de mi cónyuge, para aplicar un nuevo criterio: luchar por los sueños de los dos. La relación es fundamentalmente de unidad, tal como leemos en las Escrituras: "Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne" (Génesis 2.24)
Cuando cada quien lucha por sus propios intereses, encamina la relación matrimonial a un virtual fracaso.
Por supuesto, al comienzo no será fácil. Es todo un proceso en el que vamos renunciando a nuestros intereses particulares para enfocar nuestros esfuerzos por colmar los anhelos de los dos.
Los dos componentes, esposo y esposa, deben esforzarse, por supuesto con la ayuda del Señor Jesucristo. Es una experiencia que se va profundizando. Por supuesto, vendrán los altibajos, pero pueden superarse exitosamente..
1.- Deje de lado sus intereses particulares.
Si queremos un matrimonio exitoso, en armonía con la voluntad de Dios, es necesario que dejemos de lado los intereses particulares que con tanta frecuencia nos llevan a actuar de manera egoísta. Por supuesto, la lucha que libramos es enorme con la naturaleza orgullosa, terca, rebelde y débil que asiste a los seres humanos (Ver Jeremías 17:9; Marcos 7:21, 22; Romanos 3:10-23; 5:6; 8:3-8).
Es lo apenas previsible como consecuencia de nuestra naturaleza pecaminosa, de la que nos hace libres el poder de Jesucristo. Es la única manera de vencer la inclinación a hacer nuestra propia voluntad y no la de Dios (Isaías 53:6)
¿Cuál debe ser nuestro propósito? Dejar de lado los intereses particulares y pensar en los de la pareja. Ya somos uno, la otra persona y yo. Uno, unidad.
2.- Permita que cambie su actitud.
Su actitud como componente de la pareja matrimonial, debe cambiar. Es imperativo que lo haga ahora que—gracias a la obra sacrificial del Señor Jesús en la cruz--, usted es una nueva criatura. Gracias a Él pudimos entrar en la presencia del Padre (Ver 1 Pedro 3.18) Así como llegamos a ser unidad con Dios (Romanos 5:6-11), debemos serlo con nuestra pareja.
Quizá piensa que es difícil, pero no lo es tanto. Recuerde que la lucha no se libra en sus fuerzas sino en las del Padre celestial. Es por la fuerza del Espíritu Santo que mora en nosotros, y quien nos capacita en el proceso de crecimiento personal y espiritual--. Ver Efesios 1:13, 14; 1 Corintios 6.19, 20; Gálatas 5:16; Romanos 8:4.
Es esencial que nos movamos en Él y dependamos de Él. Que reconozcamos nuestra insuficiencia para cambiar, y mucho más como lo necesita nuestro matrimonio. En la medida que nos movemos en el Señor, se abrirán las puertas para comenzar a pensar no como dos, cada uno luchando por sus propios sueños, sino como uno que dice: "Sigamos adelante, luchando por nuestros sueños"--. Ver 2 Corintios 10:4, 5.
Pidámosle a Dios que nos ayude a comprender los roles nuestros y del cónyuge; a mantener una buena comunicación; a invertir el dinero en mutuo acuerdo; a experimentar relaciones sexuales satisfactorias para los dos, y a poner en práctica las pautas que Dios ha dejado para la relación de pareja--. Ver Génesis 2:18-25.
Lecturas Devocionales.
Lunes: Salmo 2:1-12.
Martes: Salmo 14:1-7.
Miércoles: Eclesiastés 2:1-26.
Jueves: Isaías 64:1-12.
Viernes: Jeremías 2.1-19.
Sábado: Jeremías 2:20-37.
Domingo: Jeremías 4:5-31.
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18 ¡Escuche y Hágase escuchar!
19 ¡Contribuya al cambio! (Parte 1)
20 ¡Contribuya al cambio! (Parte 2)
21 El valor de las "pequeñas cosas"
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